domingo, 4 de junio de 2017

DE NUEVO EN MARCHA

Hace seis meses ya y parece que ha pasado más de un año. En enero, de nuevo, nos poníamos en marcha para enfrentarnos al reto de superar la Sierra de la Demanda desde Lerma a Belorado en bicicleta. Un recorrido que superaba los 100 kilómetros y los 1.800 metros de desnivel acumulado. La prueba no era sencilla, a la distancia había que añadirle la dificultad de la temperatura, -9 grados, que hizo realmente difícil entrar en calor en los primeros compases de la marcha. La parte positiva fue que los paisajes que nos ofrecía el amanecer y un día despejado en el inicio, no se olvidarán fácilmente.

Todo comenzaba el sábado con las visitas guiadas por la localidad a los participantes y acompañantes gracias al Centro de Iniciativas Turísticas de Lerma. Además, para todo el que quisiera, se daban unas charlas técnicas a cargo de las tiendas Bikextrem y Velobur en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Lerma. Para terminar, esa tarde todos los inscritos con sus acompañantes podían acceder a una degustación de vino a cargo de la Denominación de Origen Arlanza que hizo las delicias de los que se acercaron.

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El domingo comenzaba la marcha con la inscripción en el Parador Nacional de Lerma de alguno de los participantes que no lo habían hecho todavía. Gracias al personal del Parador todos disponíamos de calor, bizcochos, café... y gracias a los voluntarios de Lerma de un chocolate que supuso una carga de energía que sería muy necesaria.

Con el personal municipal y el grupo de voluntarios de Lerma se daba comienzo a los preparativos que facilitaron la salida. Tras el saludo de la alcaldesa y los mejores deseos para la prueba los participantes comenzaba a pedalear acompañados de la Guardia Civil que escoltó al pelotón hasta el acceso al primer camino, donde se estiraba hasta dividirse en varios grupos.

Santa Inés sería el primer núcleo que cruzamos y desde aquí seguiríamos hasta Mecerreyes, primer punto de avituallamiento y parada obligatoria de la marcha. El avituallamiento estaba preparado gracias al grupo de voluntarios en las escuelas de Mecerreyes.
































La ruta se enfrentaba a su primera "barrera" geológica: Las Mamblas. El viento era uno de los compañeros de viaje que hacía de las suyas y los ciclistas tenían que añadir un esfuerzo para alcanzar el punto de paso para entrar en la Tierra de Lara. 


















Tras cruzar la N-234 con ayuda de los voluntarios de Tierra de Lara, Cubillejo de Lara y la Guardia Civil, llevando el control del tráfico, conseguimos superar uno de los puntos más peligrosos de la travesía ya que ese cruce de la carretera es un punto complicado de pasar.

A partir de aquí el recorrido se convierte en una zona de sube y baja, con un paisaje diferente al que íbamos contemplando en la zona del Arlanza. Antes de Torrelara disfrutamos de unos tramos preciosos de sendas, los únicos que tuvimos durante la marcha.



















Ver Torrelara fue un momento de tranquilidad de manos, orejas y pies. Sabíamos que teníamos un punto a cubierto donde encontrar un refugio contra el frío. Lo mejor, la sonrisa al recibirnos, quizá eso generó más calor añadido a lo que nos ofrecieron. Además los vecinos de la localidad, con la colaboración del Ayuntamiento, habían preparado una sopa que despertaron y recuperaron a todos los integrantes del pelotón.




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Con la sensación de recuperar el tacto en todos los músculos que necesitábamos para continuar el itinerario, nos adentramos en las estribaciones de la Sierra del Mencilla. El terreno no presentaba grandes accidentes y eso permitía rodar sin problema. El paisaje había cambiado por completo y volvíamos a ver una zona boscosa adehesada que nos iba protegiendo del viento. El último tramo, antes de llegar a Palazuelos de la Sierra, sería uno de los que llamaría la atención de los participantes por el tamaño de los árboles que jalonaban el camino.

























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Desde Palazuelos de la Sierra comenzaría la subida que tanto asustaba en el perfil que mostraba la etapa en papel. La propuesta de la marcha era subir hasta el alto del Somo y desde aquí bajar a Villasur de Herreros, pero debido a las condiciones climáticas y el hielo acumulado en el inicio del descenso lo hicieron inviable. Desde la organización decidimos cambiar el trazado y eliminar el último tramo de la subida evitando posibles riesgos.



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En Palazuelos de la Sierra la marcha tuvo que dividirse para intentar agrupar, en la medida de lo posible, el pelotón. Mientras aquellos que iban más fuertes hicieron esa parte de la subida hacia el Somo, aquellos que habían tenido algún percance mecánico o iban más tranquilos eran desviados hacia Cabañas para evitar la subida y reducir diferencias de tiempos entre los participantes.

En Villasur nos esperaba el momento de mayor recarga de energía y un autobús que, para aquellos que decidieran no continuar, podría trasladar a los participantes a Belorado. Gracias al Ayuntamiento y al grupo de voluntarios que se dio cita para ayudar a mejorar el desarrollo de la prueba, todos los participantes pudieron disfrutar de un avituallamiento completo y degustar la gastronomía local con morcilla, chorizo y morro. Fue uno de los mejores momentos de la marcha. Después de zonas duras con mucho frío este punto de avituallamiento era lo más parecido a lo que puede ser un paraíso en invierno.

Hay que decir que la organización de los avituallamientos que había hecho el club Belphorado contaba con la comida calculada para el desarrollo normal de la marcha. Pero estos detalles añadidos por parte de Lerma, la sopa de Torrelara o el asado de Villasur, hicieron que esta marcha se llevara el buen recuerdo de los participantes.

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Tras esta reposición de energía y recuperar parte de las fuerzas que se habían desgastado empezaba otra de las zonas complicadas del trazado. Nos adentrábamos en los Montes de Oca, una extensión muy grande de pinos que a medida que pasaban los metros se hacía más laberíntico. Todo lo que nos rodeaba era naturaleza y árboles. En este momento el frío no era uno de los inconvenientes y el viento se perdía entre tanto árbol.

Superada la subida, que a estas alturas se convertía en un puerto de primera, nos adentrábamos en una de las estribaciones de la Sierra de la Demanda, que en un día despejado permite disfrutar de las vistas sobre el pico más alto de la provincia de Burgos, el pico San Millán. Hoy no era uno de esos días. Por estas pistas llegaríamos hasta Villamudria y desde aquí, por carretera, hasta Rábanos.

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En Rábanos se esperaba a los participantes con el último de los avituallamientos. Las fuerzas ya no eran las mismas y cualquier excusa para parar era bienvenida. Ésta sería la última hasta la meta.

Los últimos kilómetros pusieron a prueba la técnica y la paciencia de todos los participantes. La zona elegida era un tramo de la dehesa de Puras de Villafranca, un espacio único en la provincia de Burgos. El problema que tuvimos fue que el barro hizo acto de presencia y los ciclistas tuvieron que estar más pendientes de conducir la bicicleta que disfrutar de lo que les rodeaba.

En Puras quedaba la última de las subidas antes de llegar a Belorado. La dificultad fue que uno de los tramos entre Puras y Tosantos se había convertido en un auténtico barrizal que nadie esperaba. La organización había pasado en diferentes fechas y momentos del día, pero nunca, nunca hubiéramos pensado que aquello pudiera convertirse en lo que se encontraron los ciclistas. Además, desde la organización, tardamos en cortar la marcha por ese camino y bastantes participantes se encontraron un problema que nadie habíamos previsto.

Tras este disgusto, que afectó a parte del pelotón y a todos los organizadores, los ciclistas recorrían los últimos kilómetros por el Camino de Santiago llegando a la Plaza Mayor de Belorado. El club ofrecía el último de los avituallamientos y los detalles que se llevarían los corredores. En la plaza nos agrupábamos todos, participantes y voluntarios. No sólo de Belorado, también de Lerma, Burgos u otros lugares que habían acompañado al pelotón en todo su desarrollo. Éste era el momento de disfrutar del reto conseguido.


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Sería injusto no reconocer la labor de todos los colaboradores que hicieron posible la marcha y que ayudaron a construir una iniciativa deportiva que empezó el sábado con diversas actividades culturales, técnicas, gastronómicas o deportivas. Y continuó con la colaboración el domingo con transporte, asistencia, avituallamientos, etc.

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A pesar de los errores, a pesar de los contratiempos, creemos que nadie se marchó sin la sonrisa entregada y sincera de todos y cada uno de los voluntarios que hizo posible esta marcha. Nos gustaría recordar que para poder superar el reto de organizar algo así, detrás hay muchas personas.

Tras diferentes conversaciones, algunas reuniones y superado ya alguno de los malos tragos de la pasada edición, nos hemos vuelto a animar y volveremos a lanzar una marcha de BTT. Será diferente, llamativa y con los cambios necesarios para hacerla mucho mejor. Lo que no cambia es la entrega de los voluntarios y las ganas de hacer las cosas bien. No cambian las ganas de recibiros con las manos abiertas para mostraros nuestra tierra y patrimonio, cosa que queremos que conozcáis porque creemos que frente al frío está el buen recuerdo. Si lo conseguimos es posible que volváis en otro periodo del año para conocer la riqueza de una tierra mágica en muchos aspectos. A los que vinisteis, os pedimos que volváis en la próxima edición. A parte de cambiar el sentido de la marcha, habrá nuevos tramos y zonas a recorrer. A los que no conocéis la prueba, venid, creemos que conseguiremos que os vayáis con la sensación de haber superado un gran reto.

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